
Una señora había perdido a su media naranja hace casi cuatro años. Su hijita seguía acudiendo a ella para que volviera a salir.
Por fin, le dijo que saldría, pero que no conocía a nadie. Su hijita reaccionó rápidamente: “¡Madre, tengo a alguien para que conozcas!”.
Bueno, fue un éxito inmediato.
Se conocieron y a raíz de una relación de aproximadamente un mes y medio, le pidió que fuera con él para pasar un fin de semana en España.
Su primera noche allí, se desnudó como él.
Allí estaba ella desnuda aparte de un par de calzoncillos oscuros, él con su traje de cumpleaños.
Echando un vistazo a ella, le preguntó: “¿Por qué la ropa interior oscura?”
Ella contesto: “Puedes acariciar mi cuerpo casi completo, es tuyo para que lo investigues, a pesar de ello ahí abajo estoy aun en duelo”.
Me di cuenta de que no iba a tener suerte esa noche.
La noche siguiente fue algo muy parecido, ella permaneció allí con su ropa interior oscura y él con su traje de cumpleaños, aunque ahora llevaba un condón oscuro.
Ella le echó un vistazo y preguntó: “¿Qué se puede decir del condón oscuro?”.
Él respondió: “Tendré que darle mis profundas condolencias”.
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